Hoy os quiero contar una historia muy bonita, por lo menos para mí es preciosa. Es una historia real, autentica, de amor y cariño de dos mujeres que aunque se han visto poco se quieren.
Una de esas dos mujeres soy yo, la otra mujer es Nieves. Yo vivo en Barcelona y Nieves vive en Galicia.
Conocí a Nieves hace ya muchos años y la conocí por que el destino, yo creo en el destino, quería que nos conociéramos.
Hace algunos años yo colaboraba con una ONG que se dedicaba apadrinar niños desfavorecidos. Yo tenía a un niño apadrinado Benjamín se llama, tengo guardado los trabajos y dibujos que me mandaba para Navidad, se hizo mayor y perdí el contacto con él.
Mi trabajo consistía en llamar por teléfono e informar de lo que hacía esa ONG y preguntar si querían colaborar con nosotros. Cada día me sorprendía de las buenas personas que existen que aún teniendo pocos recursos apadrinaban a los niños más necesitados. Fue una época muy bonita y un trabajo maravilloso porque conocí a muchas personas fantásticas.
En una de mis llamadas, llamé a Galicia y me contesto Nieves, después de contarle en que consistía mi llamada enseguida me dijo que quería colaborar pero antes quería hablarlo con sus hijos, me pareció estupendo y quedamos que al día siguiente la volvería a llamar para saber que habían decidido.
Al día siguiente lo primero que hice al llegar a la oficina fue llamar a Nieves, me había gustado hablar con ella y estaba deseando volver hacerlo. Volvimos hablar y este día hablamos de muchas más cosas. Nuestra conversación fue muy amena y se nos quedó corta por ese motivo nos dimos nuestros números de teléfonos y a partir de ese día comenzó una amistad que ya dura diez años.
Nos hemos llamado muchas veces, fuimos conociéndonos cada día un poquito más.
Nieves había sido directora de un colegio, trabajo que tuvo que dejar porque le diagnosticaron una enfermedad. Una enfermedad que aún hoy arrastra y que le impide llevar una vida normal.
Nieves y yo somos de la misma edad. Nuestras conversaciones se convirtieron en habituales, pero nos quedaba una cosa que hacer, conocernos personalmente. Ella no podía desplazarse a Barcelona así que fui yo la que decidí ir a verla. Nieves me ofreció su casa, pero como yo iba a ir con mi marido y ella estaba tambien con su marido, uno de sus hijos y su nuera y las únicas que nos conocíamos eramos Nieves y yo, aunque mi marido casi que la conocía pues le hablaba muchas veces de ella y estaba también delante de las conversaciones que las dos manteníamos, por ese motivo decidí ir a un hotel. Y así un mes de agosto mi marido y yo pusimos rumbo a Galicia.
Para mí fue una ilusión conocer a esa mujer con la cual mantenía horas de conversación telefónica y creo que para ella también. Pasamos muchas horas juntas, comimos en su casa, merendamos en su casa, fueron unos días maravillosos. Son unas personas estupendas, tanto su marido como su hijo se portaron de maravillas con nosotros, yo me sentí muy a gusto en casa de Nieves.
Sabéis porqué hoy cuento la historia de Nieves, pues es muy fácil, hace unos días mantuvimos una de nuestras largas conversaciones telefónica y ella me demostró que a pesar de su enfermedad vive con ilusión y me dijo unas palabras que que me han llegado al corazón y que me han enseñado y me han dado fuerza para que yo siga luchando con mi tristeza de haber perdido a las tres personas que quería y que formaban parte de mi vida. yo hablaba con ella triste y ella me dijo: "Amalia anímate, yo me cambiaría por ti. Sabes lo qué es estar años sin salir a la calle, sin salir a tomar un café. Eres una afortunada". Esas sencillas y también dolorosas palabras me han enseñado que es verdad que soy una afortunada. Mis padres y mi hermana se fueron demasiado rápido y seguidas pero yo sigo aquí, rodeada de personas especiales y buenas y simplemente por la ilusión que tengo de volver a ver a Nieves tengo que animarme y seguir adelante. Gracias Nieves por tus palabras, no te imaginas lo que pienso en ellas y el bien que me han hecho. No tengo derecho a quejarme de mi vida.
Nieves espero que cuando leas esto no te moleste nada de lo que he escrito, lo he escrito con todo el cariño que te tengo y el deseo de volver a vernos.
Al día siguiente lo primero que hice al llegar a la oficina fue llamar a Nieves, me había gustado hablar con ella y estaba deseando volver hacerlo. Volvimos hablar y este día hablamos de muchas más cosas. Nuestra conversación fue muy amena y se nos quedó corta por ese motivo nos dimos nuestros números de teléfonos y a partir de ese día comenzó una amistad que ya dura diez años.
Nos hemos llamado muchas veces, fuimos conociéndonos cada día un poquito más.
Nieves había sido directora de un colegio, trabajo que tuvo que dejar porque le diagnosticaron una enfermedad. Una enfermedad que aún hoy arrastra y que le impide llevar una vida normal.
Nieves y yo somos de la misma edad. Nuestras conversaciones se convirtieron en habituales, pero nos quedaba una cosa que hacer, conocernos personalmente. Ella no podía desplazarse a Barcelona así que fui yo la que decidí ir a verla. Nieves me ofreció su casa, pero como yo iba a ir con mi marido y ella estaba tambien con su marido, uno de sus hijos y su nuera y las únicas que nos conocíamos eramos Nieves y yo, aunque mi marido casi que la conocía pues le hablaba muchas veces de ella y estaba también delante de las conversaciones que las dos manteníamos, por ese motivo decidí ir a un hotel. Y así un mes de agosto mi marido y yo pusimos rumbo a Galicia.
Para mí fue una ilusión conocer a esa mujer con la cual mantenía horas de conversación telefónica y creo que para ella también. Pasamos muchas horas juntas, comimos en su casa, merendamos en su casa, fueron unos días maravillosos. Son unas personas estupendas, tanto su marido como su hijo se portaron de maravillas con nosotros, yo me sentí muy a gusto en casa de Nieves.
Sabéis porqué hoy cuento la historia de Nieves, pues es muy fácil, hace unos días mantuvimos una de nuestras largas conversaciones telefónica y ella me demostró que a pesar de su enfermedad vive con ilusión y me dijo unas palabras que que me han llegado al corazón y que me han enseñado y me han dado fuerza para que yo siga luchando con mi tristeza de haber perdido a las tres personas que quería y que formaban parte de mi vida. yo hablaba con ella triste y ella me dijo: "Amalia anímate, yo me cambiaría por ti. Sabes lo qué es estar años sin salir a la calle, sin salir a tomar un café. Eres una afortunada". Esas sencillas y también dolorosas palabras me han enseñado que es verdad que soy una afortunada. Mis padres y mi hermana se fueron demasiado rápido y seguidas pero yo sigo aquí, rodeada de personas especiales y buenas y simplemente por la ilusión que tengo de volver a ver a Nieves tengo que animarme y seguir adelante. Gracias Nieves por tus palabras, no te imaginas lo que pienso en ellas y el bien que me han hecho. No tengo derecho a quejarme de mi vida.
Nieves espero que cuando leas esto no te moleste nada de lo que he escrito, lo he escrito con todo el cariño que te tengo y el deseo de volver a vernos.
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