lunes, 18 de noviembre de 2019

Coco y Hundo



Como sabéis tengo dos peritos que son mi vida, los amo.  Pero es que son un poquito traviesos y cuando los dejo solos en casa empiezan a llorar y a ladrar.
Coco que es un caniche de 6 añitos  que me lo como a besos y caricias, es un llorón, es muy tranquilo, no se mueve del sofá.  Parece imposible que un perrito tan pequeño, solo pesa 3,500 kg pueda tener unos pulmones tan enormes, porque su forma de llorar es estrepitosa.
Hundo un boston terrier tiene 7 añitos y es lo más obediente que hay, un juguetón que no se cansa nunca, es muy cansino con la pelota o cualquier cosa que encuentre para jugar. Hundo al oír llorar a Coco empieza a ladrar desesperadamente. 
Me tienen aburrida, cada vez que salgo de casa paso un mal momento porque me entristece dejarlos llorando y ladrando. Pero yo he de salir y no los puedo llevar conmigo a todos los sitios. Mis vecinos están contentísimos de la orquesta que tengo en mi casa, además estoy super controlada por mis vecinos, cuando los escuchan ya saben que no estoy en casa. A mi edad y controlada!!!

Ya había solicitado los servicios de un educador canino Logan se llama y  me gasté un dineral, porque no son baratos los educadores caninos, y no sirvió de nada. 
He querido probar con otro educador, una persona seria y responsable de la cual he leído comentarios buenísimos. Un hombre muy majo y que adora a los animales. Pues nada, otro gasto de dinero para nada. Ha venido varios días a casa, hemos puesto una cámara de vídeo vigilancia en el comedor y nos hemos ido con el receptor a la escalera, y los muy... de perritos no lloraban ni ladraban. Liberto así se llama el educador me daba unas normas para cada vez que saliese las hiciese con ellos. Y sabéis quién se ha llevado más broncas, pues no han sido los perritos, he sido yo. Y todo porque no sé ponerme seria. Porque le doy las ordenes que Liberto me dice pero se las digo riendo. Liberto no solo ha tenido que educar a los perritos si no a mí también. Pero no hemos conseguido nada, Coco sigue llorando, Hundo ladrando y yo dándole órdenes con una sonrisa en la cara. Menudo trío que formamos. Vamos... no regalo a mis perritos porque los amo, si no ya los habría regalado. No puedo salir ni una noche porque si salgo, creo que mis vecinos no me dejan entrar, o me encuentro la casa llena de policías. 
Es una virtud que tengo, yo quiero llamarla así, virtud, no sé estar seria, si hasta en los momentos más dolorosos de mi vida, que han sido varios nunca he perdido la sonrisa.
Cuando mi hijo era pequeño recuerdo que un día me dijo: "Mamá riñeme, pero riñeme seria".  
Así que por mucho que me pida el educador de perros que me ponga seria, no puedo, cuando intento darle las órdenes a mi perritos y tengo que hacerlo seria, aún me da por reír más.
Mi prima Mari me dice: "Cuando tengas que hacerlo piensa en el dinero que te estás gastando y no te rías", pero ni por esa consigo ponerme seria.
Doy por cerrado este caso, Coco seguirá llorando. Hundo ladrando. Y yo diciéndoles que se porten bien con una sonrisa en la cara.



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