viernes, 24 de abril de 2020

Solo para mayores de 60 años.



 Ya no tengo 30 años.

Mi cuerpo no es perfecto, mi piel ya no es tan tersa, tengo arrugas, canas y tengo los ojos cansados de tanto llorar.

Mi cuerpo ha cambiado, con los años ha ido amoldándose a mi edad.


Estoy a gusto con mi cuerpo, cada arruga y cicatriz me recuerdan lo que he vivido, lo que he luchado y tambien las arrugas faciales me recuerdan las risas con las personas queridas. Cada arruga tiene una historia.

Nunca oculto mi edad, no quiero aparentar otra edad que ya no tengo. Quiero cumplir años.

He vivido mucho, he reído más, y he llorado hasta dejar mis ojos secos de lágrimas.

He cambiado, pero el mayor cambio que he experimentado y que me ha aportado los años, se ha producido en mi alma.


Los años me han enseñado a priorizar las cosas, a amar, a festejar cada día que amanezco, a agradecer el regalo de tener a mi familia sana, fuerte y siempre a mi lado.


Hoy confieso que un beso de mi hijo, la sonrisa de mi prima, una celebración familiar es como disfrutar de unos maravillosos fuegos artificiales donde todo es luz, color y brillo.


Los años también me han demostrado, que mis amigos iluminan mi camino. Que los verdaderos siguen aquí a mi lado y los que desaparecieron de mi vida es que ya cumplieron su cometido a mi lado.


La fe se ha vuelto en mi vida algo esencial. A medida que cumplo años, me vuelvo más positiva, más espiritual.


Y lo que piensan los demás me importa menos.


Me gusta la persona en la que me estoy convirtiendo.


Mi cuerpo físico está envejeciendo, pero mi alma se está rejuveneciendo y me siento más joven que cuando era joven. 


Ya no tengo miedo a la vida, ya he superado tantas cosas que solo quiero vivir y ser feliz.


Jamás cambiaría mi familia, mis amigos, ni mi vida por tener menos canas y un vientre plano.


A medida que he ido cumpliendo años me he vuelto más crítica conmigo misma. Me he convertido en mi mejor amiga.


Ya no me culpo por comer pasteles, por comprarme alguna cosa que me ha llamado la atención aunque no la necesite.


A mi edad tengo derecho a ser desordenada y extravagante.


¿Quién me va a decir algo si decido leer, jugar con mi móvil hasta altas horas de la madrugada y dormir hasta el mediodía?


¿Quién me cuestionará si me quedo delante de la televisión o en la cama, si eso me produce felicidad?


Bailaré con la música de los años 80 y recordaré algún amor de esa época.


Cada vez que la vida me ha hecho vivir momentos duros y tristes, he salido de ellos más fuerte. Esos golpes que la vida me ha dado quitándome a personas amadas de mi lado me ha hecho más dura y sensible.


He cometido errores en la vida, pero quien nunca se ha equivocado nunca podrá conocer la alegría de ser imperfecta.


Tengo suerte, he vivido lo suficiente como para tener arrugas, pelo blanco, y ahora cuando me río se me llena la cara de surcos y patas de gallo, muchas personas nunca han reído. Y otras se han ido de esta vida antes de que sus cabellos se hayan puesto blancos.


No viviré para siempre, pero mientras tenga vida, no perderé el tiempo en lamentos y preocupaciones por lo que tenga que venir.


Si que hay una cosa que me preocupa y es que mi familia esté orgullosa de mí.


Que mis pocos amigos se alegren de ser mis amigos.


Y los mucho conocidos que están en mi vida, pues... quieran tomar un café conmigo.


Y si me apetece repetiré postre cada día.


Amalia.
















 

 

1 comentario:

  1. Amalia eres un sol. Cierto és que las experiència diràs de la vida té hacen crécer y fortalecer.

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