lunes, 20 de abril de 2020

Día 35 de confinamiento

  Día 35 de confinamiento.

Después de tantos días encerrada en casa ya debería estar acostumbrada, pues no, no me acostumbro.
Cada mañana cuando me despierto quiero creer que todo es un sueño, que cuando me levante voy a poder salir a la calle y abrazar a las personas que quiero. 

Miro por la ventana y vuelvo a la realidad, no hay nadie por las calles. Ya son muchos días sin poder hacer una vida normal.
Pongo las noticias y tengo que apagar la radio porque me provocan ansiedad. No hay ni una noticia buena. Más infectados, más muertos.

Todos conocemos a alguna persona que ha perdido a un ser querido y no podemos acercarnos a ellos para darle un abrazo. Ellos tampoco han podido darle un último adiós a su familiar que se ha marchado.
Me falta la respiración al pensar en esas personas se han ido solas, sin que nadie les cogiese la mano en su último suspiro.

Llegan las 20h. Es el momento más feliz del día, salgo al balcón y me encuentro con mis vecinas. Aplaudo al ritmo de la canción resistiré que siempre pone algún vecino. Aplaudo a todos esos campeones que cada día salen a trabajar para que a nosotros los que nos quedamos en casa no nos falte de nada. Aplaudo por ese personal sanitario que tenemos, que son unos héroes.

Y sigo pensando... cuándo podré abrazar a mis seres queridos, cuándo podre ir a tomarme un café, cuándo podré ir a la peluquería y no encuentro respuesta. 


*- Con este relato voy a colaborar en un libro que van a publicar en un hospital, donde recogeran relatos de las personas que ya colaboramos anteriormente en otro libro, Desde mi habitación. 








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