💌 Querida Vida…
Hoy me has despertado con ese nudo en el pecho que a veces no se muy bien de dónde viene. Quizá es el eco de la distancia, porque Borja está lejos y el alma de madre no entiende de kilómetros. Quizá es esa preocupación calladita que tengo por Coco, mi compañero fiel, que aunque no habla, me lo dice todo con los ojos.
Hoy no me siento inspirada. Hoy no tengo grandes ideas, ni ganas de arreglar el mundo. Pero tengo algo más poderoso: la certeza de que sigo aquí. Viviendo. Sintiendo. Agradeciendo.
Querida vida, tú y yo tenemos una historia larga. Me has regalado momentos que guardaré siempre como tesoros: carcajadas que aún resuenan, abrazos que me sostuvieron, tardes de sol, y días de lluvia que me enseñaron a bailar bajo el agua. También me has puesto pruebas, de esas que duelen, de las que remueven por dentro, de las que hacen llorar en silencio. Pero aquí estoy, de pie. Porque incluso en mis días grises, he elegido mirar con amor.
A veces me preguntas si todavía tengo fuerza. Y yo te respondo con una sonrisa cansada, pero firme: sí. Porque aún me queda tanto por vivir… Quiero seguir soñando con esa casa frente al mar, con barbacoas llenas de amigos, con Borja feliz, con Coco corriendo libre por el jardín. Quiero seguir imaginando, porque cuando imagino, respiro futuro.
La vida no siempre es fácil, pero es maravillosa. A su manera. En su locura. En su belleza imperfecta.
Y yo, mientras tenga voz, mientras tenga alma, mientras mi corazón siga latiendo con esperanza… seguiré diciéndote gracias.
Gracias por lo que me das.
Gracias por lo que me quitas.
Gracias por recordarme que sentir es vivir.
Aquí sigo.
Fuerte, sensible, y más viva que nunca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario