Con los años vamos aprendiendo muchas cosas y todas estas cosas son las que he aprendido a lo largo de mis 61 años.
He llorado tanto que se me dibujo una sonrisa en la cara.
He mirado tanto al suelo que ahora solo quiero mirar al cielo.
He bajado tantas veces al fondo, que ahora cada vez que bajo, sé seguro que al día siguiente subiré.
Tuve que sentir muchas veces la soledad para aprender a vivir en soledad y comprender que soy mi mejor compañía, la mejor para mí.
Ayudé tantas veces a los demás, que creí que era mi obligación ayudar.
Hago lo que quiero, de la mejor forma que puedo y los demás que hagan lo que quieran con sus vidas.
He visto tanta gente correr sin sentido que he aprendido a ser tortuga y disfrutar de cada momento.
He aprendido que en esta vida nada es seguro, excepto la muerte, por eso vivo cada segundo y disfruto de lo que tengo.
He comprendido que la amistad existe, pero cuesta encontrarla.
Aprendí que quien te ama te lo demuestra sin necesidad de pedirlo, que ser fiel no es una obligación sino un placer cuando hay verdadero amor.
La vida es bella con sus momentos bonitos y otros menos bonitos, pero hay que vivir todos los momentos para saborear la belleza de la vida.
Las heridas fuertes, esas que te parten el corazón nunca se borran, pero aprendí a vivir con ellas.
Lo mejor de mi vida está por llegar, por eso cada día vivo con ilusión y esperanza.
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