Hoy celebro 65 años de vida, y no puedo evitar sentirme profundamente feliz y agradecida. Llegar a esta edad es un regalo que no todos tienen la fortuna de recibir, y yo estoy aquí, con salud, rodeada de amor y con el corazón lleno de gratitud por todo lo vivido.
65 años dan para mucho: momentos llenos de risas y alegría, otros de desafíos y aprendizajes, pero todos forman parte del camino que me ha traído hasta aquí. Cada experiencia ha sido una lección, cada paso una oportunidad para crecer, y cada día un regalo del universo que siempre he procurado valorar.
Hoy, al mirar mi vida, me siento afortunada. A mi lado tengo a mi querido Coco, mi compañero fiel, quien siempre logra arrancarme una sonrisa. A unos miles de kilómetros tengo a mi príncipe que a pesar de la distancia lo siento muy cerca de mí. También estoy rodeada de personas maravillosas que hacen mi mundo más bonito, que me acompañan en las risas y en los silencios, en las celebraciones y en los días tranquilos.
Mi vida ha sido un equilibrio de luces y sombras, y eso es lo que la hace tan auténtica. He aprendido a aceptar los momentos no tan felices con gratitud, porque también ellos me han moldeado y me han enseñado a apreciar lo bueno. Y los momentos felices, esos que llenan el corazón de calor, me han demostrado que la vida siempre vale la pena ser vivida plenamente.
Hoy soplo 65 velas con una sonrisa en el rostro, agradeciendo al universo por cada amanecer que me regala. Y deseo que este año que comienzo esté lleno de amor, salud, y muchos días más para compartir, reír y soñar.
A quienes lean esto, les dejo mi reflexión: Celebren cada año, cada día, cada instante. La vida es un regalo precioso, y siempre hay algo, por pequeño que sea, por lo que estar agradecidos.
¡Brindo por la vida, por los 65 años vividos y por todo lo que está por venir!
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