Hoy me levanté, me miré al espejo y pensé:
¡Pero mira qué mujer tan bonita tengo delante!
Y luego sonreí… porque sí, soy yo.
No es vanidad (bueno… un poquito sí, para qué mentir), pero ya era hora de verme como me merezco: guapa a mi manera, con mis arrugas de tantas risas, mi pelo que hace lo que quiere y esas ojeras que cuentan historias.
Durante años me fijé más en los defectos que en todo lo bueno, como si llevaran un cartel luminoso. Pero hoy dije: basta. Hoy me abrazo con todo: con mis virtudes, con mis despistes, con mis tropiezos y con mis ganas infinitas de volver a empezar una y otra vez.
Ni tanto que deslumbre, ni tan poco que se apague… pero sí lo justo para encenderme por dentro cada mañana. Para recordarme que soy mi mejor aliada, mi mayor animadora y la dueña de este cuerpo que, aunque no sea de revista, me acompaña fiel en todos mis sueños y mis antojos.
¿Y para qué negarlo? Hoy me gusto. Y si a alguien no… pues que no me mire. Porque yo hoy me estoy mirando con amor del bueno, del que se queda para siempre.
🍂☕🩷🐾
No hay comentarios:
Publicar un comentario