Hoy quiero dedicarle estas palabras al amor más grande de mi vida: mi hijo.
Mi héroe.
A veces me siento a recordar todo lo que ha vivido, todo lo que ha construido con sus propias manos, con esfuerzo, con valentía, con corazón. Y no puedo evitar que se me llene el pecho de orgullo.
Porque él no ha tenido una alfombra roja por donde caminar. No ha tenido privilegios ni atajos. Ha sido él, solo él, el que se ha abierto camino, el que ha derribado obstáculos, el que ha trabajado sin descanso por sus sueños.
Y ahora lo veo, unque esté lejos, muy lejos de mí, y me emociono con cada uno de sus logros, como si los viviera en carne propia. Porque los vivo. Porque los siento. Porque su felicidad es también la mía.
Verlo convertirse en la persona que es hoy, tan capaz, tan fuerte, tan noble… me llena el alma. Sé que la distancia puede doler, pero el amor que siento por él no entiende de kilómetros. Lo llevo en mi pensamiento a todas horas, y cada paso que da me llena de alegría.
Mi hijo es mi héroe.
Mi orgullo más profundo.
Mi motor, mi admiración, mi luz.
Y aunque no siempre se lo diga, desde aquí le mando un abrazo que atraviese continentes y le susurre al oído lo mucho que lo quiero, lo agradecida que estoy por tenerlo en mi vida… y lo feliz que me hace verlo volar.
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