Dicen que el
tiempo pasa volando. Que los años pesan. Que hay cosas “para jóvenes”.
Yo no estoy de acuerdo.
A los 65 años no me siento más lejos de la vida, al contrario: me siento más dentro.
Más presente. Más despierta.
He aprendido
a vivir sin prisa, a saborear los días como se saborea un café caliente en una
mañana tranquila.
Y, ¿sabes? Cada minuto es una oportunidad.
Para reír. Para aprender. Para comenzar algo nuevo.
Porque nunca
es tarde.
Nunca es tarde para cuidarnos.
Nunca es tarde para mimarnos un poquito, para mirarnos al espejo con cariño,
para ponernos un perfume bonito aunque no salgamos de casa.
Nunca es tarde para leer ese libro que dejamos pendiente, para escribir lo que
sentimos, para escuchar música y bailar en la cocina.
🌸 La edad no es una jaula, es una
flor que ha aprendido a abrirse despacio
Con
delicadeza, con calma. Pero firme.
No entiendo
por qué algunas personas piensan que cumplir años es perder algo.
Yo he ganado tanto…
He ganado amor propio, paz, silencio que no pesa, tiempo para mí.
He ganado el derecho de vivir a mi ritmo. De decir “no”, de elegir lo que me
hace bien.
Y he descubierto que todavía me queda tanto por vivir.
Tantas cosas por probar.
Tantas risas por soltar.
Tantas personas por abrazar, incluso a la distancia.
🌸 Siempre estamos a tiempo de empezar
De
apuntarnos a una clase, de aprender algo nuevo, de crear un blog (como yo), de
cambiar el color del salón o del alma.
🌸 Siempre estamos a tiempo de vivir
bonito
De
agradecer, de respirar, de ver el cielo, de hablar con ternura.
A veces,
cuando me preguntan mi edad, sonrío y digo: “Tengo 65 años… de experiencia
en vivir”.
Y los que me quedan.
Si tú que me
lees estás pensando que ya es tarde para algo, déjame decirte con todo el corazón:
no lo es.
La vida sigue llamando. Suave, pero firme. Y tú puedes seguir respondiendo,
paso a paso, segundo a segundo.
Con cariño,
Amalia 🌸
No hay comentarios:
Publicar un comentario