sábado, 6 de septiembre de 2025

Dormí toda la tarde

Dormí toda la tarde como una bendita… ¡y ahora el condenado sueño no quiere venir! Yo no sé qué tiene la siesta, que una se sienta un ratito y zas, se apaga como bombilla vieja. Y claro, llega la noche y aquí estoy: con los ojos como búho, más despierta que las campanas del pueblo.

Me he salido al balcón, que dicen que el fresco de la noche arrulla.  Ni el sereno me da sueño, lo que me da es tos.

Y aquí me ves, hablando sola, porque duerme… hasta Coco el perrito. Ese sí ronca a pierna suelta, como un tractor de campo, y yo venga a dar vueltas. Qué injusta es la vida: los que podemos dormir, no dormimos; y los que deberían vigilar, roncando.

Ya lo he probado todo: tila, manzanilla, leche calentita… hasta he puesto la radio flojita a ver si un bolero me adormecía. ¡Pero nada! Lo único que he conseguido es ponerme más nostálgica.

Y lo peor es que mañana estaré cabeceando en la mesa, con la sopa cayéndome encima, o en misa, con el padrecito diciendo “oremos” y yo respondiendo “dormimos”.

El sueño es como los hombres: cuando lo buscas, no aparece; y cuando no lo quieres, ahí está, pesado como gato gordo encima de ti.

Así que nada, aquí me quedo, oyendo los grillos y regañándome sola: “¡Mira que eres tonta, mujer, te duermes como una gallina por la tarde y luego vas y te desvelas como una chiquilla en fiesta mayor!”.

Pero bueno, ¿qué más da? A mi edad, trasnochar ya no es pecado… ¡es capricho!



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Dormí toda la tarde

Dormí toda la tarde como una bendita… ¡y ahora el condenado sueño no quiere venir! Yo no sé qué tiene la siesta, que una se sienta un ratit...