Agárrate, día, que hoy me he levantado con más energía que cuando ponen los churros recién hechos en la feria.
Voy con todo, como cuando me planto mi desayuno a lo grande: café cargado, tostadas, y esa sonrisa que ni el espejo se atreve a discutir.
Y si algo se me atraviesa, pues nada, un buen sorbo de café y a seguir, que aquí no se atraganta nadie.
Porque así es la vida: se muerde, se saborea, a veces pica, pero siempre se disfruta.
Y si me topo con algún alma en modo gruñón, no lo invito a mi mesa, ni falta que hace. Le regalo una sonrisa bien plantada, le cuelgo el cartelito de “pobrecito” y lo juzgo con elegancia.
Porque que quede claro: a mí no me contagia nadie su mal humor.
Yo soy de las que reparten carcajadas, de las que caminan con ritmo, con flow y con ganas.
Bailo hasta con la escoba si hace falta, aunque la vida me dé un susto.
Hoy es mío: con alegría, con chispa, ¡con todo!
Así que... ¡agárrate, día, que ya me he servido la primera ración y voy a por la segunda!
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