lunes, 13 de octubre de 2025

Cuarta noche junto al mar

Esta mañana, Coco y yo nos hemos vuelto a levantar temprano, muy temprano. Apenas amanecía y ya estábamos los dos caminando por la playa. Qué gusto da empezar el día así. Hacía fresquito, más que ayer, ese aire que te despierta sin café.

Después hemos vuelto al hotel para desayunar. Coco ha tenido su festín: jamón dulce y queso, como buen señorito.
Yo, mi bocadillito de salchichón con queso, pan con tomate, mi café y mi zumo de naranja. ¡Un desayuno de campeones!

Hoy venían unos amigos del pueblo donde vivimos a pasar un par de días con nosotros, así que no hemos salido muy lejos. Los hemos esperado hasta las doce, les han dado habitación, han dejado las maletas y allá que nos hemos ido a enseñarles un poquito el pueblo.

El paseo marítimo estaba precioso. Ya asomaba el sol, calentando despacito. Luego nos hemos parado a comer en una terraza preciosa, porque claro, con Coco siempre toca terraza, dentro no nos dejan. Pero nos ha dado igual, porque estábamos de maravilla. Buena comida, buena charla y ese olor a mar que lo arregla todo.

Después hemos seguido paseando, museo incluido. Muchos pasos, demasiados quizás… porque ahora mismo Coco está tumbado sin moverse, rendido, y yo igual, que ya no siento los pies.

Al volver al hotel, cada uno a su habitación. Un ratito de descanso, cambio de ropa, y luego nos hemos juntado en mi balcón con una botella de vino y unas patatas fritas. Qué gusto esos momentos sencillos que saben a gloria.

Al caer la tarde hemos vuelto a salir. El sol ya bajaba, el aire se ponía más suave, y nos hemos ido a un chiringuito sobre la arena. Desde allí hemos visto anochecer, el cielo poniéndose de todos los colores. Qué espectáculo.

Yo me he comido un bocadillo de atún riquísimo, y he probado por primera vez un Aperol. ¡Qué curioso! Rosita, con hielo, bonito de ver y más aún de beber. Fresquito y alegre. Me ha gustado, aunque con uno he tenido bastante.

Después, de regreso al hotel, un cafelito en la terraza. Los demás han pedido copita, pero yo ya no, con el Aperol iba servida.

Ahora son las diez de la noche. Coco ha cenado su pienso y ya está medio dormido. Dentro de un ratito bajaremos al paseo marítimo para su último paseo del día, aunque me da un poquito de respeto ir sola de noche.

Y luego, a descansar.
Porque mañana será otro día y disfrutaremos 
más y mejor. Siempre más y mejor.

Gracias al universo, gracias a la vida, por estos días tan bonitos junto al mar. 
Ah, y parece que esta noche lloverá. Se ven relámpagos a lo lejos. Ojalá llueva con ganas, pero que mañana, por favor, vuelva a salir el sol.




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Cuarta noche junto al mar

Esta mañana, Coco y yo nos hemos vuelto a levantar temprano, muy temprano. Apenas amanecía y ya estábamos los dos caminando por la playa. Qu...