miércoles, 15 de octubre de 2025

Quinta noche junto al mar



Hoy el día amaneció precioso, con un sol de esos que te hacen sonreír nada más abrir los ojos. Antes de nada, Coco y yo bajamos a dar un paseíto corto, lo justo para que él hiciera su pipí y saludara al mar. Luego, desayuno de campeones: Coco, como siempre, su trocito de jamón dulce y su lonchita de queso; y yo, mi zumo de naranja natural y un bocadillito de pan con tomate, salchichón y queso de esos que saben a gloria. Después, claro, mi café con leche y, por darme un capricho, una buena ensaimada.

Subimos un ratito a la habitación a escribir, leer un poco y hacer cuatro cosillas, y cuando llegó la señora de la limpieza, pues nada, nos fuimos de paseo. El paseo marítimo estaba que daba gusto: el mar tranquilo, el sol dorando las olas, y ese airecito suave que huele a verano aunque estemos en otoño. Primer día que el mar está en calma, ¡y qué bonito se veía!

Nos sentamos a tomar una cervecita y, mira tú, que nos han venido a ver unos amigos del pueblo. Ayer ya pasaron el día con nosotros, hoy también, y mañana se marchan, pero nos ha dado tiempo de reírnos, charlar y disfrutar de lo lindo.

Fuimos a comer a un restaurante frente al mar, uno de esos que parece que el tiempo se para. Yo pedí boquerones frititos ,un plato enorme, bien doraditos, con su ensaladita, y de segundo una dorada que estaba para chuparse los dedos. De postre, un coulant delicioso, y todo acompañado con una copita de vino blanco bien fresquito.

Después, paseo de regreso al hotel. Íbamos tan contentos cuando, de pronto, el cielo se puso negro como la boca del lobo. Parecía que iba a caer el diluvio universal. Pero mira, llegamos justo a tiempo, nos sentamos en la terraza a tomar un café y al ratito empezó a llover.

Más tarde vino a verme un amiguito del pueblo, un chico al que quiero mucho. Lo conozco desde pequeñito, ahora ya tiene 19 años, ¡cómo pasa el tiempo! Bajamos a tomar un refresco y justo empezó a llover más fuerte, así que él se fue para su casa y Coco y yo subimos a la habitación. Porque claro, Coco, ya se sabe, cuando llueve no quiere mojar sus patitas. Muy señorito, mi caniche.

Y aquí estamos, esperando a ver si escampa. Si para, saldremos a cenar fuera; y si no, cenaremos tranquilos en el hotel. Hoy escribo antes de la cena, porque la noche viene con lluvia y cielo oscuro. Pero aun así, ha sido un día precioso.

Un día de sol, de amigos, de risas y de esos pequeños regalos que te da la vida.
Gracias, Universo, por este día tan bonito, con sol, con nubes y con lluvia, pero sobre todo, lleno de amor y de momentos para recordar.






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