Sola… y en paz. No porque no tenga opciones, sino porque he elegido estar conmigo. Porque he descubierto que la verdadera compañía empieza dentro. Estar sola no es un castigo, ni una etapa vacía, ni una sala de espera para algo mejor. Estar sola es un refugio, un espacio sagrado donde me reencuentro con quien soy, sin filtros ni distracciones.
He aprendido que el silencio no es enemigo, es maestro. Que mi voz interior, esa que tantas veces ignoré, tiene mucho que decirme. Ahora la escucho. La respeto. Ya no me asusta estar a solas con mis pensamientos… ahora me invitan a descubrirme, a sanarme, a abrazarme sin condiciones.
No necesito llenar mis días de ruido ni de personas para sentirme viva. Ya no busco desesperadamente que alguien me complete. Estoy completa. En esta soledad elegida he encontrado calma, pero también fuerza. He descubierto respuestas que antes no veía, y he soltado cargas que no eran mías. Me he reconciliado conmigo y, en ese gesto, he ganado una libertad inmensa.
Sola… y en paz. Porque no se trata de estar rodeada para ser feliz, sino de sentirse en casa con una misma. Porque cuando dejas de esperar que otros llenen tus vacíos, algo cambia: se abre espacio para lo verdadero, lo que suma, lo que no exige ni resta.
Y si un día llega alguien, que sea bienvenido. Pero no para remendar huecos ni silenciar inseguridades. Que llegue libre, y que me encuentre libre. Que no venga a completar, sino a compartir.
Hoy celebro esta etapa. Esta quietud. Este amor propio que no pide permiso. Porque hay belleza en caminar sola… y una paz inmensa en descubrir que no necesito más que esto: a mí, en paz, conmigo.
✨ “No estoy sola porque nadie me quiera, estoy sola porque por fin aprendí a quererme yo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario