Hay ausencias que no saben de fechas ni de calendarios, porque cuando el amor ha sido tan grande, el tiempo deja de tener sentido.
A veces basta una canción, un olor que llega con el viento, o ese silencio que de pronto se instala en casa y me hace sentir que estáis cerca.
Echaros de menos no es llorar sin consuelo, es caminar con vosotros dentro, es hablaros en silencio cuando me pasa algo bueno, es mirar al cielo y sonreír pensando que desde allí seguís cuidando de mí.
Papá, mamá, gracias por enseñarme la vida.
Hermana, por las risas que aún suenan en mi memoria.
Y tú, amor, por seguir tan presente en cada latido que me recuerda lo que fuimos.
La muerte puede haberos llevado lejos, pero vuestro amor sigue aquí, conmigo, llenando los huecos que el tiempo no puede tocar.
Y cuando cierro los ojos y os nombro, no os estoy recordando… os estoy abrazando, con ese abrazo invisible, pero eterno.


No hay comentarios:
Publicar un comentario