Hay momentos en los que no hace falta salir de casa para sentirse en la gloria.
Un café con leche en pijama, el pelo despeinado, el silencio de fondo y la calma rondando por el pasillo... ¡eso sí que es felicidad del tamaño XXL!
No se trata de tener más cosas, sino de saber disfrutar de lo que ya hay.
Porque el sofá no juzga, las paredes escuchan y el alma se relaja cuando todo está en paz.
La vida no siempre va de viajes ni de estrenar, a veces va de poner los pies en alto y decir: “Aquí estoy bien, y no cambio este momento por nada”.
La paz que se respira en casa… esa no se compra ni con todo el oro del mundo.

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