Navidad: cuando el corazón recuerda
Hay Navidades en las que el alma pesa distinto. No es tristeza… es ese silencio suave que dejan las personas que un día nos abrazaron fuerte y ahora brillan arriba, convertidas en estrellas. Yo miro al cielo y sé que allí están, cuidándome desde un lugar donde ya no hay dolor.
Y luego está la otra nostalgia: la de tener a un hijo lejos, como mi Borja, que está viviendo su vida con alegría, y eso me llena de orgullo, pero que a veces me deja el corazón un poquito descolocado, como si faltara una pieza para que todo encaje.
Aun así, sigo sintiendo algo que me sostiene:
No perdemos la fe por tener el corazón apretado.
La fe es lo que nos acompaña mientras caminamos.
Y en estas fechas, yo me regalo pequeños gestos que me devuelven a la vida despacito:
🕯️ Enciendo una vela para que mis estrellas la vean.
🌹 Compro una flor de Pascua para llenar la casa de color y esperanza.
💌 Escribo palabras que me salen del alma, aunque sea para mí misma.
🎶 Pongo música que me calma, que me recoge, que me entiende.
✨ Me siento un ratito conmigo, sin prisas, dejándome sentir.
🐾 Y abrazo la compañía de Coco, que me recuerda que el amor sigue aquí, cerquita y vivo.
Porque la Navidad no siempre es fácil… pero tampoco es un enemigo.
Es un recordatorio.
Un “mira lo que has amado” y también un “mira lo que aún tienes por vivir”.
Seguir adelante no es olvidar.
Seguir adelante es honrar lo que fue y permitir que la vida siga entrando, suave, despacito, con su luz.
Así que este año me abrazo fuerte.
A mis estrellas, a mi hijo lejos, a Coco y a mí misma.
Y pido que la vida me encuentre con un poco de paz, un poco de fe y un corazón dispuesto a seguir brillando, aunque sea poquito a poco.

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