Hoy hace cuatro años de un día que hubiese querido que no existe en mi vida. Un día horrible, un día en el que me quedé huérfana de mi hermana. Hoy es San Fernando, el santo de mi marido, que pobrecito hace cuatro años que no lo celebramos. No puedo estar alegre el aniversario de la partida de mi hermana. Hoy quiero dedicar está entrada a mi hermana, mi amiga, mi confidente, mi alegría y mi consuelo. Con ella se fue parte de mí. Fue todo tan rápido que no me dio tiempo a reaccionar. Recuerdo aquel viernes 25 de mayo, ella fue a trabajar como cada día, a enseñar a los niños educación y lo hacía con tanto amor que los niños la adoraban. Llegó de trabajar y estuvo pendiente de nuestros padres, mi padre tenía un poquito de fiebre y por eso decidió llamarme. Fui a su casa y me dijo: “mira como me sangran las encías”. Entonces yo le dije tienes que ir al hospital, nada de ir a la mutua, al hospital y ahí te harán un análisis y te darán el resultado enseguida. Como mi papá tenía fiebre llamamos a una ambulancia para que lo llevase al hospital, mi hermana se fue en el coche de Paco un amigo de la familia y mi papá y yo esperamos a la ambulancia. En el hospital nos reunimos los cuatro, mi hermana, mi papá, Paco y yo. A mi papá lo pasaron a un box y a mi hermana le hicieron un análisis de sangre. Yo iba del box de mi papá a la sala donde estaba mi hermana esperando el resultado del análisis. En una visita a ver como seguía mi hermana, ya le habían dado el resultado. Cuando le pregunté que le habían dicho los médicos sólo me dijo: “tengo que ir al oncológico”. No hizo falta que me dijese nada más. Yo seguí en el hospital con mi papá y ella se fue al oncológico.
Ahora pienso... cómo no me di cuenta de lo mal que estaba mi hermana y me reprocho no haber hecho más por ella. Debía estar muy malita ya y ella nunca se quejó de nada. Ingreso en el hospital y era ella la que nos animaba a todos. Tenía que empezar un tratamiento duro y largo, pero para nada estaba preocupada o por lo menos lo disimulaba muy bien. Como se le iba a caer el pelo debido al tratamiento decidió que se lo raparía antes de que se le cayese, no hubo tiempo de raparse.
El martes 29 de mayo hablamos por teléfono, estabas bien y animada. Cuando salí de trabajar fui a verte al hospital y lo que me esperaba allí, no me lo podía creer , no era posible, no podía ser. Yo creía que era un sueño y que me estaban mintiendo todos. Me caí, chillé, patalee allí tirada en el suelo y sólo podía decir: no puede ser, me estáis engañando. Las enfermeras me decían:” Amalia por favor que hay más enfermos”. Y a mi qué me importaba. Yo solo pensaba en ti, habíamos hablado por la mañana y estabas bien. Me dieron una pastilla y ya no recuerdo mucho más. De repente me encontré en una sala rodeada de batas blancas que me decían: “Amalia si nos prometes que no vas a llorar te dejaremos entrar a ver a tu hermana, pero te tienes que comportar porque ella te oye”. Yo les contesté: “Veis como me estáis engañando, mi hermana no ha muerto”. La enfermera que tenía enfrente no sabía que decirme, creo que lloró conmigo. Yo les prometí como una niña pequeña que no lloraría y que me comportaría bien pero que quería verte. No sé qué esperaba encontrarme dentro de la habitación, pero no esperaba encontrarte allí en la cama, con tubos y una respiración difícil de explicar. Seguías con vida, pero te ibas a ir pronto, ya no volveríamos a abrazarnos, ya no me volverías a besar. Por Dios!!!. ¡Qué me habías hecho Señor!, me habías quitado a mi hermana y yo la necesitaba mucho. Me fui de tu lado, con mi corazón roto, pero tú sabes que teníamos a dos personas que dependían de nosotras y no podía dejarlas solas. Y ahora cómo le explicó yo a papá y mamá que te has ido para siempre, ya eran mayores tenían 82 y 86 años. Se iban a ir contigo cuando se enterasen de lo que te había ocurrido. No podía perder a nadie más y no los podía hacer sufrir. Así que decidí mentirles. Ellos sabían que estabas ingresada porque esos cuatro días que tú estuviste en el hospital los llamabas y hablabas con ellos. Pero ese día tú no los ibas a llamar. Y yo qué les iba a contar. Nadie más que yo sabe lo que pasé, después de dejarte en esa cama del hospital, cuando llegué a casa y me preguntaron tus padres por ti yo empecé a contarles una mentira que duró cinco meses. Tú estabas muy malita, pero jamás les dije la verdad. Nada más que yo, sé, lo que es sonreír con el corazón roto de dolor, pena y rabia. Te fuiste el día 30 de mayo a la 01:30h. Me dejaste huérfana y sin ganas de vivir, pero tenía que ser fuerte por papá y mamá, y lo fui. Sólo espero que estés orgullosa de mi, de cómo me comporté y de cómo cuide a nuestros padres. No te pude llorar hermana porque debía sonreír por ellos. Pero después te he llorado muchas veces, me he enfadado con la vida por haberte llevado de mi lado. Me reprocho el no haberme dado cuenta que no estabas bien, pero tú no tenías ningún síntomas de que estuvieses mal. Me he dicho mil veces que cómo no pude darme cuenta de tu enfermedad y no me perdono porque quizás podría haber hecho más por ti.
Compartimos muchísimas cosas, mucho secretos, y cuántas más podríamos haber compartido si la muerte no te hubiese llevado tan pronto.
Hoy tuve la necesidad de escribirte, ¡vaya tontería!, cómo si tú pudieses leerme, pero necesitaba hacerlo, compartir contigo mis sentimientos, estoy triste hermana porque mi gran deseo sería poder estrecharte entre mis brazos y decirte que todo ha sido un sueño, besarte, mimarte, estar contigo siempre y poder realizar juntas tantos proyectos que se quedaron en el aire.
Debes estar riéndote de la tontería que estoy haciendo hoy contándote cómo fueron las cosas, hasta hoy no he sido capaz de plasmar en un papel como sucedió todo. Debes pensar; mi hermana es una payasa, no cambiará nunca, y no quiero cambiar hermana porque juntas con mis tonterías nos hemos reído mucho. Y cuando yo me vaya para estar siempre contigo y no separarnos jamás vamos a seguir riendo. Estoy tan orgullosa de ti, de tu amor por las personas, de lo buena que eras. Ojalá yo fuese la mitad de buena persona que tú eras. Pero la vida hermana me ha hecho dura. Te quiero tanto hermana.
A veces cuando me siento sola, cojo el albún de fotos para verte, pero no puedo hacerlo, verte y no poder abrazarte me produce un dolor muy grande y mis ojos empiezan a derramar lágrimas. Hermana cuatro años sin ti es demasiado tiempo, demasiado dolor y demasiada tristeza. Te quiero mi tata y te necesito, sé que tú siempre estás conmigo y yo te explico muchas veces mi vida, mis inquietudes esperando siempre tu sabio consejo.
Tata, dale un abrazo enorme a papá y a mamá y a la tía Amalia y la tía Consuelo.
Ayúdame hermana a vivir cada día sin tu presencia, dame fuerza para seguir aquí hasta que llegue el día que nos volvamos a reencontrar. Te quiero mucho, guapa, preciosa.
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