Vamos hacer una sardinada.
Todo empezó con el olor de las sardinas, nadie de mis conocidos quiere comer sardinas porque dicen que después toda la casa huele a sardinas.
Yo, que voy por la vida de listilla, comenté que yo cuando hago sardinas mi casa no huele.
Y entonces empezaron a decir que eso lo tenían que ver ellos para creérselo y bueno, ha llegado el día de la demostración.
Yo cuando hago sardinas hago unas 10, pero hoy voy a cocinar 50 sardinas.
Quedaré cómo una mentirosa, o mi casa no olerá a sardinas... eso después lo cuento.
Como huelan las sardinas, me queda aguantar muchas bromas, voy a estar oliendo sardinas durante bastante tiempo.
Si no me salen bien las sardinas, el desayuno de cada mañana que siempre lo hago con mis amigos, me va a oler a sardinas, ¡no quiero eso!
Huelan o no las sardinas, lo más importante es que lo vamos a pasar estupendamente, las risas están garantizadas. Comeremos sardinas y algunas cositas más, beberemos, nos reiremos y seremos felices.
¡QUÉ NO HUELAN LAS SARDINAS, POR FAVOR!
Terminó la sardinada y soy muy feliz.
He pasado la prueba con un "SOBRESALIENTE".
Olé, olé y olé.
Ha sido un día muy feliz, hemos reído mucho, hemos comido más y hemos bebido.
Hemos bailado, hemos cantado y sobre todo hemos estado tranquilos y felices.
La que mejor lo ha pasado he sido yo.
Cuando he cocinado las sardinas nadie se ha enterado de que estaba haciéndolas hasta que las he llevado a la mesa.
¡Qué contenta estoy!
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