Estaba en la cocina preparándome la comida, y llaman al timbre, no espero a nadie, voy al telefonillo y pregunto: "¿Quién es?" y me dicen: "Abre, soy...," voy a omitir su nombre porque es muy vergonzosa y me va a dar la bronca si ve su nombre por aquí.
Le abro, sube y la veo con dos paquetes y me dice: "Te traigo esto, es un detalle que quiero tener contigo".
Qué ilusión me ha hecho, no me esperaba nada.
A esta mujer la conozco desde hace más de 30 años, la he visto casarse, la he visto embarazada de sus dos hijos.
Antes cuando las dos éramos solteras, salíamos a veces a comer juntas y siempre lo hemos pasado muy bien.
Después cada una tomo diferentes caminos en sus vidas, yo me fui a vivir a otro pueblo, pero siempre hemos seguido en contacto.
Cuando yo me quedé viuda y volví a mi lugar de residencia de joven, nos volvimos a reencontrar y parece que no había pasado el tiempo.
Ella tiene un marido encantador, de vez en cuando quedamos los tres, comemos juntos son unas comidas muy amenas y divertidas.
Doy gracias a la vida por poner personas tan maravillosas como esta amiga en mi vida.
Hoy hemos quedado para salir una noche a cenar y después lo que sea necesario, siempre con el permiso de su marido.
Gracias... por formar parte de mi vida.
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