jueves, 16 de octubre de 2025

Séptima noche junto al mar

Hoy el amanecer nos ha encontrado, como siempre, tempranito y con una sonrisa. Una ducha, y a prepararnos para empezar el día con energía. Hemos salido a dar un paseo por la playa, con ese aire fresco que acaricia la cara y el sonido de las olas acompañando nuestros pasos.

Después, de vuelta al hotel, nos esperaba el desayuno. Coco, fiel a su rutina, ha disfrutado sus dos lonchitas de pechuga de pavo, relamiéndose feliz. Yo, un bocadillito, zumo y un café con leche acompañado de una palmerita de hojaldre. Pequeños placeres que saben a vacaciones.

Antes de subir a la habitación, hemos dado una vuelta por el hotel, y al llegar a la piscina he tenido la brillante idea de soltar a Coco… ¡ay, madre mía! Se ha recorrido toda la zona como un torbellino blanco, disfrutando como nunca, y yo detrás intentando cogerlo. Al final ha venido, tan feliz, con esa carita suya que hace que le perdones todo.

Cuando el sol empezó a calentar un poquito, nos fuimos caminando… mucho, muchísimo por el paseo marítimo. Ya de vuelta Coco ya no podía más, se paraba y me miraba con esa expresión que dice “mamá, ni un paso más”. Pero llegamos, y el descanso nos supo a gloria.

La tarde fue luminosa, de esas que parecen pintadas con pincel de oro. Almorzamos algo ligero, paseamos un poco más, y el día siguió siendo perfecto: cielo claro, sin una nube, y el mar brillando como un espejo.

De regreso al hotel, Coco cayó rendido. Se tumbó en su camita y se quedó dormido al instante. Y claro, yo, que soy una copiona, también me eché mi siestecita. Al despertar, ya con el sol bajando, salimos de nuevo a caminar. Un cortado con galletitas y un paseo por el paseo marítimo, rodeados de risas, brisa y perritos. Coco hizo nuevos amigos y corrió feliz.

La cena fue sencilla, un poco de bizcocho, un trozo de sandía y poco más. Ya en la habitación, Coco comió su pienso y bebió agua con gusto. Pronto saldremos a dar una última vueltecita antes de dormir, bajo el cielo estrellado.

Y mientras tanto, doy gracias a Dios por este día hermoso, por el sol, por la calma y por el amor inmenso que nos une a Coco y a mí.
Porque cada día junto al mar es mejor que el anterior.
Porque cada día, la vida nos sonríe un poquito más.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Constipada… pero con el corazón lleno de alegría

Un día bonito… incluso moqueando Hoy escribo desde mi rinconcito, envuelta en mi manta calentita, con la nariz moqueando sin descanso, el o...