Hoy es 30 de noviembre, y mientras el mes se va cerrando, hacemos una pausa para mirar todo lo que nos trajo. Noviembre se despide con sus días suaves y sus días difíciles, con momentos que nos hicieron reír y otros que nos hicieron llorar, con enseñanzas que nos retaron y con recuerdos que nos abrazan.
Está bien sentir todo lo que vino y todo lo que se va. No hace falta cerrar el mes perfecto, solo con honestidad, con corazón. Agradece lo que te sostuvo, suelta lo que te pesó, respira profundo y acoge la calma de este último día.
Mañana llega diciembre. Llega con sus luces que iluminan calles y hogares, con villancicos que nos hacen sonreír, con turrones y polvorones que despiertan recuerdos dulces, y sobre todo, con el nacimiento de Jesús, que nos recuerda la verdadera esencia de este mes: esperanza, amor y renovación. Para algunos será un tiempo de alegría compartida, de encuentros y risas; para otros, un tiempo de nostalgia y recuerdos, pensando en quienes están lejos o ya no están. Pero diciembre siempre nos invita a comenzar de nuevo, a abrir el corazón, a vivir más conscientes y agradecidos.
Así que despide noviembre con calma, con ternura. Mira lo vivido, sonríe por lo bueno, aprende de lo difícil y deja ir lo que no necesitas cargar contigo. Y recibe diciembre con los brazos abiertos, con la alegría de celebrar la llegada de Jesús, con la magia de las fiestas, y con la certeza de que un mes nuevo siempre trae nuevas oportunidades para ser más tú, más fuerte, más ligero.
Hoy, simplemente, permite que tu corazón cierre un capítulo y abra otro. Porque tú también mereces entrar en diciembre renovado, con esperanza, paz y alegría.

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