A ver, destino querido, si estás por ahí escuchando… que sepas que nosotras tenemos cuentas pendientes. Porque mira, yo he sido buena, he aguantado lo mío, he reído cuando tocaba llorar, y he seguido andando aunque me pesaran los pies y el alma. Así que, si tú tienes un poquito de memoria, solo un poquito, me debes un final feliz.
No quiero castillos ni príncipes azules, que esos se destiñen con el primer chaparrón. Yo quiero un final tranquilo, bonito, lleno de risas, cafelitos al sol, charlas sin prisa y abrazos sinceros. Quiero paz, quiero amor, y quiero poder mirar atrás y decir: “ves, tanto tropezón mereció la pena.”
Y si el destino anda despistado, no pasa nada. Que para eso estoy yo, que me conozco el camino. Porque a veces el final feliz no viene solo: se construye, día a día, con un poquito de fe, un toque de humor y muchas ganas de vivir bonito.
Así que sí, destino… toma nota.
Porque si tienes memoria, a mí me debes uno de esos finales que hacen sonreír al alma.
Mil gracias por tu visita!

No hay comentarios:
Publicar un comentario