Estos días los estoy pasando regular, ya lo sabéis. Yo pensaba que tenía un resfriado tonto, de esos que se curan en casa con infusiones, miel, limón y un paracetamol. Nada grave, vaya. Pero no, no era solo eso.
La tos empezó a ponerse pesada, el pecho me dolía y yo ya notaba que aquello no era normal. Aun así, pensé: “Bueno, será el constipado que está dando guerra”. Pero por suerte, menos mal, ayer fui al médico.
En cuanto me auscultó, el médico me dijo:
“Amalia, aquí hay pitos en el pulmón. Tienes una bronquitis.”
Fíjate tú. Y yo tan tranquila en casa, pensando que con mis remedios naturales ya se me pasaría. Me mandaron amoxicilina, un aerosol para abrir el pecho, yo digo “para que se abran los alveolitos esos que yo no sé ni cómo se llaman”, y reposo.
Y ahí está la enseñanza:
No podemos tomarnos a la ligera una gripe o un resfriado.
Que si miel, que si infusión, que si “ya se me pasará solo”… No, cariño. Hay que dejar que un médico nos escuche el pecho, nos mire bien y nos diga lo que hay.
Porque lo que hoy parece un catarrito tonto, mañana se puede complicar. Y si yo no llego a ir ayer, quién sabe cómo estaría hoy.
Así que, por favor:
cuidaos, escuchad vuestro cuerpo y no dejéis de ir al médico cuando algo no os encaje.
La salud es lo primero, y un “mejor prevenir que curar” nunca falla.
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