Hay días, y la Navidad y el final de año suelen serlo, que nos los pintan como obligatoriamente felices, llenos de abrazos, mesas grandes y familias perfectas. Pero la vida real no siempre encaja en ese escaparate… y está bien que así sea.
Para muchas personas estas fechas traen silencios, ausencias o recuerdos que pesan un poquito más. A veces la familia está lejos, otras ya no está, y otras simplemente el corazón pide calma en lugar de ruido.
Y también es válido quedarse en casa. Sin fingir, sin forzar planes, sin reuniones que no abrigan. Puedes pasar la Nochebuena o el fin de año tranquilamente, con una serie, una película, un libro, una cena sencilla… como cualquier otro día. Eso también es cuidarse.
No todas las Navidades se celebran igual, ni todos los hogares suenan a risas. Y no por eso son menos hogar. Estas fechas no deberían ser una carga ni una obligación, sino un lugar donde descansar.
Así que haz lo que te haga sentir en paz. Enciende una luz cálida, prepárate algo rico, arropate bien y date permiso para estar contigo. Porque a veces, la mejor celebración es sentirse a salvo, tranquilo… y en casa.

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