Hoy he vivido una de esas tardes que te reconcilian con la vida.
Aunque estoy constipadita y con mi tos de perro viejo, he ido igualmente al concierto de Navidad en la sede de la Cruz Roja… y menos mal que he ido, porque ha sido una maravilla.
Brigitte Zambrano y Juan Carlos Navas… ay, qué decir de ellos.
Son puro arte y pura luz.
Brigitte, con su viola entre las manos, toca como si las cuerdas fueran una extensión de su alma. Y cuando canta… madre mía… tiene una voz dulce, tierna, que te acaricia por dentro.
Juan Carlos, con su violonchelo, hace que cada nota vibre directamente en el pecho. Él no toca: él cuenta historias con su instrumento.
Y lo bonito es que no vienen solos.
Siempre están acompañados por sus hijas, que son un encanto.
Se nota que son una familia llena de amor, de música, de cariño. Verlos juntos emociona: transmiten unidad, ternura y mucha alegría.
Su música abraza.
De verdad, abraza.
Es como si en cada melodía te dijeran: “siéntate, respira, aquí estás a salvo”.
Y además de escucharlos, hemos participado:
cantamos villancicos, tocamos los cascabeles, nos reímos…
La gente estaba feliz, conectada, disfrutando.
Yo misma, con mi constipado y mi moco traicionero, he disfrutado como una niña chica. Me ha dado igual toser, me ha dado igual todo. Porque cuando la música es tan bonita, el cuerpo descansa y el alma se alegra.
Ha sido una tarde llena de amor, de compañía, de magia y de esa felicidad sencilla que te queda dentro aunque pasen las horas.
Un concierto de esos que se quedan guardados en el corazón.
Aquí podeis ver el concierto completo, una maravilla para el corazón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario