miércoles, 17 de septiembre de 2025

"Y me volví adicta…”


A estar tranquila, como cuando una se sienta en la puerta al fresquito y dice: “ea, que le dé aire a la cabeza”.
A la libertad de hacer lo que me da la gana, sin pedir permiso ni dar explicaciones, que ya bastante tenemos con la pensión que llega justa.
A la paz, a la soledad… que oye, a veces se está mejor sola que con gente que te amarga el café.

Me volví adicta a regalarme tiempo pa’ mí, a no mendigar cariño como quien pide fiado en la tienda del barrio, y a no dejar entrar a cualquiera en mi mundo, que esto no es la feria ni la tómbola.

Aprendí a disfrutar igual de un día de lluvia que de uno de sol, porque si llueve, pues se riega gratis, y si hace sol, se seca la colada.

Y me volví adicta…
A brillar con mi propia luz, aunque se funda la bombilla de la plaza.
A olvidarme del calendario, porque yo vivo como si todos los días fueran domingo: levantarse tarde y echar la siesta sin remordimientos.

Me hice adicta a quererme, a darme mi sitio, a sonreír y agradecer, porque oye, más vale reírse que andar con cara de acelga.

El amor propio no es creerse la reina de la verbena ni la más guapa del baile.
Amor propio es mirarse al espejo, ver las canas, las arrugas y los achaques… y aún así decir: “pues mira qué bien me ha sentado la vida”.

Y a todo eso, poquito a poco, me volví adicta. 💜



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