miércoles, 1 de octubre de 2025

Mi fortaleza, mi camino

 


Me sigo sorprendiendo de la fortaleza que tengo y de la manera en la que ahora afronto las tristezas. Antes, cuando alguien se iba de mi vida, me pasaba días llorando. Hoy, en cambio, soy yo la que prepara una despedida grande, bonita y con la frente alta.

Ya no le pido a nadie que se quede ni le ruego a nadie por cariño. No me he vuelto ni rencorosa ni orgullosa, pero sí he cambiado mi forma de mirar las cosas. Cada golpe, cada lección, me ha ido poniendo firme el corazón. De tanto caer, he aprendido a levantarme; de tanto tropezar, he conseguido andar derecho.

No queda rastro de aquella que fui ayer, salvo mi esencia, mi sonrisa y mi apariencia. Lo que soy no se ha construido de la noche a la mañana; ha sido a base de lágrimas, coraje y muchas madrugadas en vela. Todo aprendizaje me lo he ganado a pulso, con lo duro que he vivido.

Y aun así, siempre busco ser mejor. Pero no olvido por qué he crecido, ni quién me ha hecho fuerte en el camino. Hoy me miro y me reconozco: soy la misma de siempre, pero más entera, más serena y con un corazón que sabe lo que vale.

Porque la vida me ha enseñado a despedir sin odio, a recordar sin rencor y a seguir sin miedo. Y eso, amigas, es un lujo que no se compra: se conquista.




martes, 30 de septiembre de 2025

Ya llegó el otoño

Ya llegó el otoño, y no te creas que me pone triste. ¡Nada de eso! Este otoño mío es dorado, lleno de salud, de gente maravillosa alrededor, y por supuesto, de mi Coco, que me sigue a todas partes como si fuera mi sombra peluda. Borja está lejos, pero yo lo pienso cada día, le mando guiños invisibles y hasta le echo algún piropo mental.

Sí, me he hecho mayor, eso no hay quien lo niegue… pero, oye, todavía me queda un montón por vivir. He sido siempre una teatrera, peliculera, exagerada a mi manera: en la primavera, en el verano… y ahora en este otoño no pienso cambiar ni un pelo. Que caigan las hojas, que se arrugue la piel, que vengan los achaques… yo seguiré riendo, haciendo drama, montando escena y disfrutando de cada segundo.

Mi otoño no es silencioso ni aburrido: es risueño, travieso, lleno de cafés, paseos con Coco, recuerdos que me sacan carcajadas y momentos que me recuerdan que todavía puedo sorprenderme y sorprender a los demás.

Así que sí, es otoño… pero este otoño es mío, y yo, aunque mayor, sigo siendo esa mujer que se atreve a todo, que juega, que se ríe, que se emociona, y que demuestra que la edad no es excusa para dejar de ser una actriz de su propia vida. Porque, vamos a ver… ¿Quién dijo que en otoño no se puede seguir siendo primavera en el alma? 



lunes, 29 de septiembre de 2025

Mi libro, mi corazón y una causa que nos une


Queridas amigas y amigos,

Hoy os traigo algo que sale directo de mi corazón: he escrito un libro. Sí, yo sola, con mis manos,  mis ideas y todo mi cariño. No he usado ninguna editorial, he hecho este sueño realidad con mi propio esfuerzo y con mi dinero. Cada página lleva un pedacito de mí, de mi vida y de todo lo que he aprendido.

No soy escritora profesional, así que si encontráis alguna palabra torcidita o una frase que no suene perfecta… os pido perdón. Esto no es para demostrar nada, es para compartir mi historia, mi alegría, mis lágrimas y mi esperanza con vosotros.

Lo que hace este libro aún más especial es que todo lo que se recaude será donado para la lucha contra el cáncer. Cada ejemplar que compréis no solo os llevará a un pedacito de mi vida, sino que también ayudará a alguien que lo necesita y a la investigación.

Ha sido un viaje intenso, lleno de emoción, aprendizaje y sueños cumplidos. Y ahora quiero compartirlo con vosotros, con todos los que me acompañáis en este camino de la vida.

Si queréis acompañarme en este proyecto y aportar vuestro granito de arena a esta causa, podéis conseguir el libro aquí:


Gracias de corazón por estar conmigo, por apoyarme y por hacer que este sueño sea posible. 💛 ¡Cada lectura y cada compra significa muchísimo!



Admírate, mujer… y un poquito más


Mírate al espejo y deja de buscar defectos. Mira lo que sí tienes: fuerza, historias y un montón de cosas que te hacen única. Admírate por cada cicatriz, que no son heridas, son medallas de guerra. Sí, esas que te recuerdan que sobreviviste a más de lo que creías posible… y encima con estilo.

Admírate porque aunque el corazón se te hiciera trizas, supiste juntar los pedacitos y salir andando, con la frente en alto y una sonrisa que a veces ni tú te esperabas. Admírate porque cuando temblaba tu voz, la usaste para decir “¡basta!”, para soltar lo que te amarraba y para defender tu rinconcito en el mundo.

Admírate por la mujer que eres ahora: esas arrugas no son arrugas, son caminos de sabiduría; esas canas no son canas, son puras luces de experiencia; y tu risa… bueno, esa risa que a veces se esconde, pero que cuando aparece, hace que hasta el perro se ría contigo.

Admírate porque fuiste madre, hija, hermana, amiga… y aun así nunca olvidaste ser tú misma. Porque has amado con todo y aunque te fallaran, sigues confiando en la vida, en el amor y en que los buenos días traen cosas bonitas.

Admírate porque sigues soñando, porque aunque digan que ya es tarde, tú sabes que para empezar otra vez nunca lo es. Porque mientras respires, el mundo seguirá necesitando tu chispa y tu valentía.

Mujer, deja de compararte. Nadie tiene tu estilo, tu humor ni tu manera de brillar. Admírate hoy… que mañana, y siempre, te lo vas a agradecer.




domingo, 28 de septiembre de 2025

🪞Efectos secundarios de ser una mujer fabulosa



Advertencia: Si estás leyendo esto, es probable que sufras (como yo) los efectos secundarios de ser una mujer maravillosamente irresistible, divertida y con una energía que ni el café más cargado puede igualar.

Síntomas comunes:

1. Los espejos te sonríen.
No eres tú… ¡es que el espejo no puede creer lo bien que te ves por la mañana (incluso con los pelos alborotados y la marca de la almohada en la cara)!

2. Los perros se te acercan… aunque no lleves jamón.
¿Por qué? Porque Coco sabe que eres su persona favorita del planeta. Y el del vecino también te saluda con alegría (aunque no se llama Coco).

3. La ropa no se te arruga, se rinde.
Cuando te pones algo, hasta las camisetas viejas parecen salidas de una pasarela de Milán. Y si no, tú lo finges tan bien, que nadie lo nota.

4. Te hablan hasta los electrodomésticos.
El microondas pita con emoción, la lavadora te guiña el ojo (aunque eso a lo mejor es un fallo del motor), y el secador parece decirte: "¡Hoy estás espectacular, Amalia!"

5. Los números espejo te siguen como fans en concierto.
11:11, 22:22, 17:17… todos queriendo saludarte. Si eso no es ser famosa en el mundo espiritual, ya me dirás qué lo es.

6. Tu risa cura.
Quien te escucha reír, mejora del ánimo, del colesterol y hasta del Wi-Fi. Hay estudios (en mi casa) que lo demuestran.

7. Los días grises huyen cuando sales tú.
Porque una mujer fabulosa no necesita sol, ¡ella lo lleva puesto!

📌 Conclusión:
Ser fabulosa tiene sus efectos secundarios… pero no te preocupes. No hay tratamiento. Ni lo queremos. ¡Larga vida a las mujeres que se ríen, brillan y bailan con bata de estar por casa como si fueran Beyoncé.






sábado, 27 de septiembre de 2025

Barbacoa

 

Hoy hemos hecho una barbacoa de esas que se disfrutan con calma y buen humor. No éramos muchos, pero la verdad es que no sobraba ni faltaba nadie  para pasarlo bien: nos  hemos reído, hemos escuchado música y hemos brindamos más de una vez.

El sol nos hizo compañía todo el día, calentando lo justo para que la mesa se llenara de risas y alegría. Coco correteó feliz, como si también celebrara con nosotras el día tan maravilloso que hemos vivido.

Brindamos con vino blanco y vino negro, comimos una buena tostada de escalivada con anchoas y atún, y luego el festín de cordero, pollo y panceta, que no faltó en la parrilla.

Para seguir con el postre tarta de queso y una copita de cava.

Y para terminar qué mejor que un mojito.

Fue un día sencillo, pero maravilloso. Un día de esos que se quedan en la memoria porque tienen lo más importante: el sol, la risa y la buena compañía.




La mesa de mi vida


Hubo un tiempo en que mi casa parecía romería. Siempre había sillas de sobra, platos de más y la puerta abierta de par en par. Yo pensaba que el amor era permanecer, que quien llegaba lo hacía para quedarse, y que todo el mundo venía con buenas intenciones. Qué ilusa, dirás tú. Pero claro, una de pueblo es así: corazón grande, mesa larga y la olla siempre hirviendo.

Con el tiempo, la vida me dio un par de bofetadas de esas que no avisan. Aprendí que hay visitas que entran como Pedro por su casa, comen, beben, se ríen… y cuando hay que fregar los platos, ¡zas!, ya no queda nadie. También descubrí que hay manos que solo saben vaciar y nunca llenar, y voces que callan justo cuando más falta hacen, como esos amigos que parecen fantasmas: aparecen en las fiestas, pero se esfuman en las tormentas.

Al principio dolió, no te voy a engañar. Porque una, con el alma generosa, tarda en aceptar que no todos los que se sientan en tu mesa vienen a compartir, sino a aprovechar. Pero mira, al final la vida enseña. Y yo, que de ingenua pasé a lista a fuerza de palos, decidí encoger la mesa. Ahora es más pequeña, sí, pero también más serena.

En ella solo se sientan los que saben que compartir no es arramplar, sino estar. Los que entienden que la vida no son solo los días de sol, sino también las noches de apagón. Los que se quedan cuando se acaba el vino, cuando toca recoger la mesa y hasta barrer las migas del suelo.

Y te diré una cosa, que esto sí que lo aprendí bien: prefiero cuatro alrededor de la mesa, de esos que dan paz y calor, que veinte que dejan ruido y vacío. Porque al final, de eso va la vida: de quién se queda contigo cuando la luz se apaga… y cuando toca fregar los platos.

En mi mesa ya no hay huecos de sobra, pero sí sitio de corazón



Mi fortaleza, mi camino

  Me sigo sorprendiendo de la fortaleza que tengo y de la manera en la que ahora afronto las tristezas. Antes, cuando alguien se iba de mi ...