Mi nombre es Amalia, y tengo fagofobia, el miedo irracional a atragantarse.
Para muchos, comer es una experiencia placentera o simplemente una necesidad cotidiana, pero para mí, cada comida está acompañada de un profundo temor. El simple acto de tragar se convierte en un desafío mental, como si en cualquier momento un pedazo de comida pudiera convertirse en una amenaza para mi vida.
Este miedo no surgió de la nada, algo en mí debió suceder, la primera vez que me pasó esto de eso hace ya años me pasó con un simple guisante, no podía una cosa tan pequeña tragarla.
En algún momento, la idea de que podía ahogarme se arraigó en mi mente, y desde entonces, comer se ha vuelto en una fuente de ansiedad constante. Incluso los alimentos más suaves me parecen peligrosos. Me pregunto: ¿y si este bocado es el que se queda atascado? ¿Y si no puedo respirar?
He llegado al punto de evitar ciertos tipos de alimentos, optando por texturas blandas o líquidos que siento que puedo controlar mejor. A veces, prefiero no comer en absoluto, solo para evitar el temor de lo que podría suceder. Es un ciclo agotador y solitario.
La fagofobia no solo afecta mi relación con la comida, sino también con mi entorno. Las comidas con amigos o familiares se convierten en momentos tensos, y explicarle a otros por qué no puedo disfrutar de una comida normal puede ser frustrante y vergonzoso. Es difícil hacer que los demás comprendan lo real que es este miedo para mí.
El solo hecho de pensar en tragar un bocado genera en mí una sensación de peligro. Mi garganta se cierra, como si no fuera capaz de controlar los músculos que intervienen en el acto de deglutir. Me invade el miedo.
A menudo troceo la comida en porciones extremadamente pequeñas, mastico excesivamente lo que me produce dolor en las mandíbulas.
Lo difícil de vivir con fagofobia es la constante batalla mental que tengo.
Aunque intento convencerme de que nada malo va a pasar, el miedo es tan poderoso que parece que quiere controlar cada aspecto de mi relación con la comida.
Si tú también sufres de fagofobia, quiero que sepas que te entiendo. Este miedo puede parecer inquebrantable, pero con tiempo y apoyo, podemos encontrar la manera de vivir sin que nos domine. Esto es solo el comienzo de mi viaje, y estoy aquí para compartirlo contigo.