Ser feliz es una decisión.
No depende del dinero, ni del lugar donde vivimos, ni siquiera de si todo nos va bien o no. Ser feliz es un acto de valentía diaria.
Una elección que nace desde dentro.
Porque no es que tengamos una vida perfecta…
¡Para nada!
A veces los días vienen torcidos, otras veces el corazón se encoge, y hay momentos en los que uno no tiene ni ganas de levantarse de la cama. Pero aun así… podemos decidir.
Decidir mirar con otros ojos.
Decidir respirar profundo, sacudirnos la tristeza y decirnos al oído: “Hoy también merezco ser feliz.”
La felicidad no viene cuando todo está en orden.
La felicidad llega cuando, a pesar del caos, elegimos sonreír, aceptarnos con nuestras luces y nuestras sombras, con defectos incluidos, y seguir caminando.
Porque aceptar lo que somos y abrazarlo… eso también es felicidad.
Y si hoy no fue el mejor día, no pasa nada. Mañana sale el sol otra vez.
Mientras haya un nuevo amanecer, hay una nueva oportunidad.
Y eso ya es motivo suficiente para seguir soñando. 🌅